http://www.bbc.co.uk/pressoffice/pressreleases/stories/2009/11_november/09/poll.shtml (la noticia en inglés)
http://www.argenpress.info/2010/01/sorprendente-encuesta-global-censurada.html (la noticia comentada en castellano por la agencia Argenpress)
http://www.argenpress.info/2010/01/sorprendente-encuesta-global-censurada.html (la noticia comentada en castellano por la agencia Argenpress)
Quisiera empezar este comentario poniéndome la venda antes de hacerme la herida. A estas alturas todos tenemos algunas nociones de la teoría y metodología relativas a ese método de investigación social que es la encuesta. Creo, por tanto, que no sorprendo a nadie si digo que se trata de una herramienta que puede ser considerablemente precisa si se usa con rigor, pero que también se presta con relativa facilidad a que los sesgos (conscientes o inconscientes) del investigador modelen los resultados a su gusto.
En este caso concreto, una encuesta realizada por encargo de la BBC con motivo del 20º aniversario de la caída del muro de Berlín, en la que se pretendía pulsar la opinión global acerca de temas relacionados con el capitalismo actual y la caída de la URRS , los datos que aporta el ente público británico sobre la encuesta no son suficientes para determinar su grado de validez, pero en cualquier caso si que hay aspectos que parecen discutibles. Por ejemplo es cuestionable si los 27 países estudiados son representativos de todo el mundo o bien si el hecho de que en 9 de ellos solo se hayan seleccionado individuos residentes en las principales áreas urbanas resta credibilidad a los resultados en estos países.
Una vez hecha esta aclaración, vayamos al meollo del asunto. Así, a las bravas, resulta que tan solo una media del 11% de los encuestados en cada país afirma que el capitalismo funciona bien y que no necesita mayor regulación. Dicho de otra manera, hasta un 74% de los participantes rechaza el actual modelo económico imperante. Dentro de este grupo cabe destacar que un 51% defendían la necesidad de reformar dicho modelo, mientras que el 23% restante hablaban de un capitalismo “herido de muerte” y de la necesidad de un nuevo modelo económico. Los datos del apoyo al sistema actual variaban de uno a otro país, pero incluso en los casos de mayor apoyo las cotas eran notablemente bajas (E.E.U.U. 25%).
¿Qué conclusiones hay que sacar de todo lo anterior? Como dije al principio, calma, tomemos estos resultados con pinzas. Aquellos que ya los hayais sacado, por favor guardad vuestros kits de asalto al Palacio de Invierno por lo menos hasta el final del comentario. Hay que entender que estas frases de apoyo o condena no han salido, casi con total seguridad, de la boca de los entrevistados. Me parece bastante más probable que se les haya mostrado un papel con dichas frases escritas y se les haya consultado con cuál de ellas se sienten más identificados. La manera de escribir las frases puede haber tenido mucho que ver en las elecciones. Me refiero a que es difícil estar de acuerdo con una frase tipo: “Creo que el capitalismo neoliberal actual funciona bien y no necesita ninguna reforma” con los tiempos que corren. Incluso aquellos afortunados que no hayan sufrido directamente la crisis del sistema capitalista llevan 18 meses oyendo hablar sobre ella.
¿Entonces no hay que preocuparse por nada? ¿Todo sigue bien? No, señor consejero delegado, no salga aún de debajo de la mesa de caoba. En realidad si que ha pasado algo. Algo muy antiguo que estaba adormecido se ha despertado. Se trata de un sentimiento popular que podemos resumir en la frase “Si es rico, no puede ser bueno” y su origen es medieval (recordad “El nombre de la rosa”, los franciscanos y los defensores de la riqueza de la Iglesia) o incluso anterior. No puede ser bueno por varias razones: la primera y fundamental es porque no es justo que alguien sea rico mientras alguien es pobre, como no es justo que a alguien le sobre comida mientras otro pasa hambre. Es algo que sabemos todos (los acaudalados también) y el aumento de la magnitud de las riquezas y de las miserias no ha hecho sino convertirlo en algo más injusto. Otra buena razón es porque hacerse rico siendo honrado y bueno es extraordinariamente difícil, por no decir imposible. Hacer fortuna requiere cuando menos explotar, adueñarse de la riqueza generada por otros y cuando más engañar, expoliar o incluso matar.
Estos pensamientos espontáneamente surgidos en la gente, estos juicios populares, han sido silenciados y narcotizados por años y años de hegemonía cultural capitalista. Durante esos años el mensaje ha sido otro muy distinto: “¡Hazte rico! Si eres lo suficientemente listo, trabajador y persistente lo lograrás. Solo tienes que desearlo de verdad y luego vivirás el resto de tu vida como un rey.”. Eso es el Sueño Americano, eso es Hollywood, eso es Disney, eso es la idealización del yuppie, del broker, del tiburón de las finanzas. Pero la crisis ha hecho que toda esa fantasía sea un poco menos creíble. La gente, que sabía que había algo que olía mal pero contenía la respiración y sonreía, ha dejado de hacerlo y ahora trata de explicarse qué demonios es esa peste. La respuesta la están encontrando en lo que ya sabían y, al menos muchos, habían olvidado.
Pero, ¡cuidado!, esto es tan solo descontento informe, vagamente dirigido contra el sistema y contra los poderosos, pero con bases poco firmes. Si no se formula políticamente, dando lugar a un programa, a unas propuestas y a una alternativa es posible que acabe desvaneciéndose sin más en los brazos de la próxima fantasía anestesiante proveniente de los medios culturales hegemónicos o que pase a engrosar las filas de movimientos políticos de diverso cariz, desde algunos risibles hasta otros francamente peligrosos. La pregunta ahora es ¿a quién o quienes corresponde esa tarea de estructuración del descontento?
En este caso concreto, una encuesta realizada por encargo de la BBC con motivo del 20º aniversario de la caída del muro de Berlín, en la que se pretendía pulsar la opinión global acerca de temas relacionados con el capitalismo actual y la caída de la URRS , los datos que aporta el ente público británico sobre la encuesta no son suficientes para determinar su grado de validez, pero en cualquier caso si que hay aspectos que parecen discutibles. Por ejemplo es cuestionable si los 27 países estudiados son representativos de todo el mundo o bien si el hecho de que en 9 de ellos solo se hayan seleccionado individuos residentes en las principales áreas urbanas resta credibilidad a los resultados en estos países.
Una vez hecha esta aclaración, vayamos al meollo del asunto. Así, a las bravas, resulta que tan solo una media del 11% de los encuestados en cada país afirma que el capitalismo funciona bien y que no necesita mayor regulación. Dicho de otra manera, hasta un 74% de los participantes rechaza el actual modelo económico imperante. Dentro de este grupo cabe destacar que un 51% defendían la necesidad de reformar dicho modelo, mientras que el 23% restante hablaban de un capitalismo “herido de muerte” y de la necesidad de un nuevo modelo económico. Los datos del apoyo al sistema actual variaban de uno a otro país, pero incluso en los casos de mayor apoyo las cotas eran notablemente bajas (E.E.U.U. 25%).
¿Qué conclusiones hay que sacar de todo lo anterior? Como dije al principio, calma, tomemos estos resultados con pinzas. Aquellos que ya los hayais sacado, por favor guardad vuestros kits de asalto al Palacio de Invierno por lo menos hasta el final del comentario. Hay que entender que estas frases de apoyo o condena no han salido, casi con total seguridad, de la boca de los entrevistados. Me parece bastante más probable que se les haya mostrado un papel con dichas frases escritas y se les haya consultado con cuál de ellas se sienten más identificados. La manera de escribir las frases puede haber tenido mucho que ver en las elecciones. Me refiero a que es difícil estar de acuerdo con una frase tipo: “Creo que el capitalismo neoliberal actual funciona bien y no necesita ninguna reforma” con los tiempos que corren. Incluso aquellos afortunados que no hayan sufrido directamente la crisis del sistema capitalista llevan 18 meses oyendo hablar sobre ella.
¿Entonces no hay que preocuparse por nada? ¿Todo sigue bien? No, señor consejero delegado, no salga aún de debajo de la mesa de caoba. En realidad si que ha pasado algo. Algo muy antiguo que estaba adormecido se ha despertado. Se trata de un sentimiento popular que podemos resumir en la frase “Si es rico, no puede ser bueno” y su origen es medieval (recordad “El nombre de la rosa”, los franciscanos y los defensores de la riqueza de la Iglesia) o incluso anterior. No puede ser bueno por varias razones: la primera y fundamental es porque no es justo que alguien sea rico mientras alguien es pobre, como no es justo que a alguien le sobre comida mientras otro pasa hambre. Es algo que sabemos todos (los acaudalados también) y el aumento de la magnitud de las riquezas y de las miserias no ha hecho sino convertirlo en algo más injusto. Otra buena razón es porque hacerse rico siendo honrado y bueno es extraordinariamente difícil, por no decir imposible. Hacer fortuna requiere cuando menos explotar, adueñarse de la riqueza generada por otros y cuando más engañar, expoliar o incluso matar.
Estos pensamientos espontáneamente surgidos en la gente, estos juicios populares, han sido silenciados y narcotizados por años y años de hegemonía cultural capitalista. Durante esos años el mensaje ha sido otro muy distinto: “¡Hazte rico! Si eres lo suficientemente listo, trabajador y persistente lo lograrás. Solo tienes que desearlo de verdad y luego vivirás el resto de tu vida como un rey.”. Eso es el Sueño Americano, eso es Hollywood, eso es Disney, eso es la idealización del yuppie, del broker, del tiburón de las finanzas. Pero la crisis ha hecho que toda esa fantasía sea un poco menos creíble. La gente, que sabía que había algo que olía mal pero contenía la respiración y sonreía, ha dejado de hacerlo y ahora trata de explicarse qué demonios es esa peste. La respuesta la están encontrando en lo que ya sabían y, al menos muchos, habían olvidado.
Pero, ¡cuidado!, esto es tan solo descontento informe, vagamente dirigido contra el sistema y contra los poderosos, pero con bases poco firmes. Si no se formula políticamente, dando lugar a un programa, a unas propuestas y a una alternativa es posible que acabe desvaneciéndose sin más en los brazos de la próxima fantasía anestesiante proveniente de los medios culturales hegemónicos o que pase a engrosar las filas de movimientos políticos de diverso cariz, desde algunos risibles hasta otros francamente peligrosos. La pregunta ahora es ¿a quién o quienes corresponde esa tarea de estructuración del descontento?
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