El autor comienza exponiendo su definición de ciencia, explicando que podría fácilmente recurrir a un “calidoscopio culturalista”, pero prefiere elaborar una construcción personal. En dicha construcción prima el carácter de actividad humana y social de la ciencia, que no es sino un esfuerzo consciente dedicado a la comprensión de la Naturaleza. Remarca Carballo que la ciencia ha ido desarrollando dos sentimientos opuestos a medida que ha avanzado. Por un lado la ciencia se hace más humana, más consciente de su limitación con cada nuevo descubrimiento. Por otro esos mismos conocimientos han creado una prepotencia científica que ha llevado a que para muchos la ciencia haya devenido en un culto “cuasi-religioso”. Ello implica además que la ciencia se hace más conservadora, siendo reacia a los cambios de paradigma y también más opaca y oscura al encerrarse en su lenguaje peculiar y al convertir en secretos sus métodos de trabajo. Precisamente el método científico, lo que de verdad diferencia a la ciencia de otras actividades humanas, debiera servir para facilitar la intersubjetividad y no la opacidad.
Ligado a la definición de ciencia está el problema de la acotación de lo que es ciencia. Se ha ido desarrollando una ligazón ciencia-progreso que ha facilitado el hecho de que se solo se consideren ciencias aquellas categorías más técnicas, que tienen una aplicación más visible o práctica. Cerca de ésta concepción esta la perspectiva positivista encarnada por Popper, que solo otorga la categoría de ciencias a aquellas cuyas hipótesis o teorías puedan refutarse con la experiencia, con lo que solo podrían considerarse como tales las ciencias naturales. La última delimitación que menciona el autor es la de Longo, para el cual la condición fundamental es la exigencia de explicar la realidad partiendo de ella misma. Longo argumenta que la aplicación de este principio lleva inevitablemente al materialismo filosófico y define el marxismo como la primera concepción del mundo basada total y exclusivamente en la ciencia. Carballo varía levemente el debate, argumentando que la búsqueda del status de ciencia para un determinado campo del saber tiene que ver más con aspectos psicológicos y sociales que con otra cosa. En su opinión la ciencia debe tener una definición abierta, que subraye la exigencia de consciencia, sistematización y autolimitación como base para buscar una explicación a la Naturaleza. Concluye afirmando que la ciencia puede entenderse como vida (intento de comprensión de la Naturaleza) y muerte (burocratización de esa explicación convirtiéndola en el pseudo-culto antes mencionado).
El siguiente problema que se afronta es la influencia de las distintas concepciones del mundo e ideologías en la ciencia y la investigación. Pese a que algunos autores han pretendido separar concepción y ciencia como dos tipos de conocimiento distintos, es innegable su influencia en el proceso de investigación como inspiración y como guía. Igualmente ocurre con la ideología, que se filtra por el método haciendo que todo conocimiento esté impregnado de la ideología de su investigador así como de su tiempo y circunstancia. Estos aspectos se hacen más visibles en las ciencias sociales.
A continuación se afronta la división en etapas del método. Carballo parte de las cuatro etapas comúnmente aceptadas (descripción, clasificación, explicación y verificación) y de los tres modos de inferencia (deductivo, inductivo o inductivo-probabilístico y reductivo) para crear una nueva división. Según él, en primer lugar se da la visión, un acto cognoscitivo pre-analítico. Para llegar a él, el investigador cuenta con un marco paradigmático, una influencia ideológica interna y una circunstancia personal proclive. A la visión le sigue la observación de los hechos, es decir, un intento de clasificación y descripción de los elementos y relaciones existentes en una realidad con el fin de lograr una síntesis en forma de hipótesis provisional. El siguiente paso es desarrollar deductivamente esa hipótesis a través de un proceso de iteración que va de lo real a lo ideal y viceversa. De ello surge una nueva síntesis teórica enriquecida, pero que a nivel histórico sigue siendo una hipótesis provisional. El último paso a superar es el de la contrastación intersubjetiva de la teoría, que consiste en la comunicación de la misma al resto de la comunidad científica a través del lenguaje científico apropiado.
Esto nos lleva a la última cuestión. Carballo argumenta citando a Marx que el método de investigación y el método de exposición deben distinguirse formalmente. A diferencia de la investigación, que abarca todo el proceso del conocimiento científico, la exposición solo es posible a partir de un determinado momento. Solo se puede exponer científicamente una vez superadas las tareas que han dado lugar al surgimiento de una hipótesis. A partir de ese punto investigación y exposición ya son compatibles.
Ligado a la definición de ciencia está el problema de la acotación de lo que es ciencia. Se ha ido desarrollando una ligazón ciencia-progreso que ha facilitado el hecho de que se solo se consideren ciencias aquellas categorías más técnicas, que tienen una aplicación más visible o práctica. Cerca de ésta concepción esta la perspectiva positivista encarnada por Popper, que solo otorga la categoría de ciencias a aquellas cuyas hipótesis o teorías puedan refutarse con la experiencia, con lo que solo podrían considerarse como tales las ciencias naturales. La última delimitación que menciona el autor es la de Longo, para el cual la condición fundamental es la exigencia de explicar la realidad partiendo de ella misma. Longo argumenta que la aplicación de este principio lleva inevitablemente al materialismo filosófico y define el marxismo como la primera concepción del mundo basada total y exclusivamente en la ciencia. Carballo varía levemente el debate, argumentando que la búsqueda del status de ciencia para un determinado campo del saber tiene que ver más con aspectos psicológicos y sociales que con otra cosa. En su opinión la ciencia debe tener una definición abierta, que subraye la exigencia de consciencia, sistematización y autolimitación como base para buscar una explicación a la Naturaleza. Concluye afirmando que la ciencia puede entenderse como vida (intento de comprensión de la Naturaleza) y muerte (burocratización de esa explicación convirtiéndola en el pseudo-culto antes mencionado).
El siguiente problema que se afronta es la influencia de las distintas concepciones del mundo e ideologías en la ciencia y la investigación. Pese a que algunos autores han pretendido separar concepción y ciencia como dos tipos de conocimiento distintos, es innegable su influencia en el proceso de investigación como inspiración y como guía. Igualmente ocurre con la ideología, que se filtra por el método haciendo que todo conocimiento esté impregnado de la ideología de su investigador así como de su tiempo y circunstancia. Estos aspectos se hacen más visibles en las ciencias sociales.
A continuación se afronta la división en etapas del método. Carballo parte de las cuatro etapas comúnmente aceptadas (descripción, clasificación, explicación y verificación) y de los tres modos de inferencia (deductivo, inductivo o inductivo-probabilístico y reductivo) para crear una nueva división. Según él, en primer lugar se da la visión, un acto cognoscitivo pre-analítico. Para llegar a él, el investigador cuenta con un marco paradigmático, una influencia ideológica interna y una circunstancia personal proclive. A la visión le sigue la observación de los hechos, es decir, un intento de clasificación y descripción de los elementos y relaciones existentes en una realidad con el fin de lograr una síntesis en forma de hipótesis provisional. El siguiente paso es desarrollar deductivamente esa hipótesis a través de un proceso de iteración que va de lo real a lo ideal y viceversa. De ello surge una nueva síntesis teórica enriquecida, pero que a nivel histórico sigue siendo una hipótesis provisional. El último paso a superar es el de la contrastación intersubjetiva de la teoría, que consiste en la comunicación de la misma al resto de la comunidad científica a través del lenguaje científico apropiado.
Esto nos lleva a la última cuestión. Carballo argumenta citando a Marx que el método de investigación y el método de exposición deben distinguirse formalmente. A diferencia de la investigación, que abarca todo el proceso del conocimiento científico, la exposición solo es posible a partir de un determinado momento. Solo se puede exponer científicamente una vez superadas las tareas que han dado lugar al surgimiento de una hipótesis. A partir de ese punto investigación y exposición ya son compatibles.
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